En el marco del pasado Salón de Gourmets tuvimos la oportunidad de charlar con José Carlos García, un cocinero malagueño que pertenece a la generación de profesionales que ha situado a Málaga en la élite de la cocina nacional. Tras un show cooking en el que cocinó con productos del sello 'Sabor a Málaga', el chef dio un repaso a su cocina, a los productos de su tierra y a la primavera, esa estación que aporta a su despensa lo mejor del mar y de la huerta.
Texto: Diego Garanda
Fotos: Pepe Varela y Archivo
Redes y Control: Nacho Ruiz
El chef malagueño, durante un momento de la entrevista. |
José Carlos García dio sus primeros
pasos de la mano de sus padres y continuó con su formación en las
principales escuelas de cocina de su ciudad natal. Con una clara
apuesta por la originalidad y la creación de nuevos sabores, el
cocinero asumió la dirección del Café de París en 2001 para
conseguir un año después su primera Estrella Michelin. En 2011
inauguró un nuevo espacio ubicado en el Muelle Uno del Puerto de
Málaga en un establecimiento que lleva su nombre. El chef apostó
por una mezcla de tradición e innovación que rápidamente se le
reconoce con otra Estrella Michelin y dos Soles Repsol. El respeto al
producto, a la estacionalidad y a los clientes marca el día a día
de la cocina de José Carlos García. Abierto, educado, repleto de
magia, el chef malagueño transmite su pasión en cada frase, en cada
giro, en cada plato... Pasén, miren y lean... Lo de probar tendrá
que ser más tarde.
La cocina del restaurante José Carlos García, un espacio abierto. |
¿Qué importancia tiene para un cocinero
participar en un evento como el Salón de Gourmets?
Hay tantos compañeros que se lo
merecen que el hecho de que piensen en ti para promocionar los productos de tu tierra es
un orgullo tremendo.
¿Te sientes embajador de los productos
de tu tierra?
Tengo 39 años y siempre me he sentido
embajador de los productos malagueños, ya que vengo de padres
cocineros y abuelos cocineros. Siempre que hemos salido fuera nuestros
regalos eran productos malagueños. Las pasas, el vino, los quesos...
siempre han viajado con nosotros.
El cocinero posa al lado de su restaurante, en el Muelle Uno del Puerto de Málaga. |
¿Qué regalo llevarías a unos amigos
franceses?
Siempre hemos llevado las pasas
malagueñas con pepitas, vino moscatel, aceite de oliva, ese
salchichón de málaga bien secado, pan cateto, el internacional
mollete que se conoce en muchos sitios. Siempre ha sido una garantía
de éxito.
¿Cuál ha sido el último producto
foráneo que te haya sorprendido?
La semana pasada estuve en Berlín como
embajador de la cocina andaluza. Hicimos un recorrido por las ocho
provincias. Lo primero que solemos hacer cuando viajamos al
extranjero es visitar los mercados. Hemos descubierto buenas
cervezas, buenas salchichas; pero no he encontrado ninguno que haya
dicho: Me lo quiero llevar para mi cocina. Quizás me ocurra esto por
la despensa tan rica que tenemos en el Sur, ya no solamente en
Málaga. Somos unos auténticos privilegiados.
Caballa, fresa y cerveza. |
En este inicio de primavera, ¿qué
productos estás deseando que lleguen?
Del mar estamos esperando que entren
los erizos, las gambas blancas de Málaga que esta temporada las
vamos a cocinar con col fermentada. Estamos esperando el calor, ya
que hace que el pescado traiga más grasita, esa grasita es
fantástica, con nuestras hortalizas, nuestras verduras, nuestras
frutas. Esas fresas que huelen a distancia. Cuando entre un poco el
calor, el mar comenzará a marcar el ritmo de nuestros menús. En
cuanto a nuestras frutas y verduras, el Valle del Guadalhorce es el
centro neurálgico de nuestra huerta. Los frutos de esta tierra
privilegiada nos permiten impregnar a nuestra cocina de toques muy
suaves, delicados, enfocados a paliar la temperatura de la que
disfrutamos en nuestra tierra. Poder comer un pimiento que sepa a
pimiento ya es un lujo, no comer trufas, ni cigalas... Creo que la
autenticidad de los productos asequibles a cualquier bolsillo es el
auténtico lujo de la gastronomía actual.
Quisquilla, daicon y caldo tostado. |
Merluza, remolacha y gazpachuelo. |
¿Qué relación mantienes con tus
proveedores?
Es lo primero que hago cada día,
hablar con ellos y después con mi jefe de cocina, Antonio Calderón.
Ellos son los que marcan lo que vamos a preparar. Me dan una
confianza plena, me dicen quédatelo o por el contrario, hoy no,
pásate otro día. Y eso no quiere decir que lo que tengan esté
malo, sino que no me pueden ofrecer lo que estoy buscando. Esa
complicidad es fundamental para nosotros. La relación que tengo con
los carniceros no es tan directa como con los del mar y las verduras,
ya que utilizamos bastante menos los productos cárnicos.
¿Puedes adelantar algún cambio que
estés pergeñando de cara a la primavera?
Hay un cambio que es inminente, estamos
en fase de pruebas. Arrancamos con algo muy malagueño: un Mollete Antequerano, pero lo hemos hecho con atún y wasabi. Hemos elaborado ese trampantojo que de vez en cuando a los cocineros nos gusta tanto.
Hemos querido hacer ese guiño actual al tradicional mollete. Un
plato fantástico del que estoy seguro va a gustar. También vamos a
incorporar una Papada de Cerdo local confitada en dos partes, con un
escabeche y un helado de pan cateto, de masa madre, con esos toques
de acidez y levadura. Bueno, por ahí van los tiros ahora.
Pichón, hígado y cereza. |
¿Qué diferencia hay entre la propuesta
del Café de París y el restaurante de José Carlos García?
En el Café de París hemos vuelto a la
cocina clásica de los 70 y 80, donde aparece un strogonoff, la Nouvelle Cousine, no con tanta grasa, con un toque clásico e incluso
barroco. En José Carlos García encontraréis esa cocina fresa ,
ligera, que te puedes recrear, que no solamente vas a comer, que
buscas un poco de show, espectáculo. Transmitimos el mensaje de la
cocina actual, unido a esa estampa que tenemos de nuestra ciudad. Es
el vínculo entre cocinero, producto y ciudad. Es una experiencia
para que nuestros clientes que vienen a Málaga sean conquistados.
Rosas, Albahaca y Melón. |
¿A qué sabe Málaga?
Málaga sabe a tu compañía, a la
gente que te acompañe, al momento vivido. Pero sobre todo sabe a
luz, y la luz se come. Busco que la gente radie de felicidad, que la
gente entre a mi cocina y pregunte cómo está hecho esto o lo otros.
Mi cocina está abierta. Intentamos que el cliente al igual que entra
predispuesto al disfrute se vaya satisfecho en sus expectativas.
José Carlos García, segundo por la izquierda, con un grupo de bloggers que asistió al show cooking. |
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